sábado, 15 de mayo de 2010

LAS NARICES DE GARZÓN

España estaba orgullosa y conmovida por que tenía a un juez que había internacionalizado el derecho a juzgar los presuntos delitos cometidos por extranjeros contra súbditos de la corona española.
Eso les parecía sensacional y hablaban loas del susodicho juez, Baltazar Garzón, como si fuera el mismo Robin Hood pero de la península Ibérica.
En su defensa por los derechos humanos arremetió contra militares argentinos de la última dictadura, persiguió a Augusto Pinochet, expresidente y senador chileno, por actos de lesa humanidad, y metió las narices en cualquier rincón donde podía lograr notoriedad. Hasta allí todo marchaba bien.
Garzón, de 54 años, llevaba 22 al frente del juzgado 5 de la Audiencia Nacional desde el que instruyó de cargos a la ETA y al narcotráfico.
Pero las narices de Baltazar Garzón como a una gran mayoría de las narices también sufren de alergias, y más cuando estas son españolas.
La Audiencia Nacional suspendió cautelarmente de sus funciones al magistrado por una fallida investigación sobre los crímenes del franquismo.
¿Cómo se le ocurrió a este paladín de la justicia meter la nariz en la historia del franquismo y tratar de juzgar las atrocidades cometidas? Eso nunca se sabrá, pero la reacción fue instantánea.
Garzón, está acusado de prevaricación, el delito de dictar a sabiendas una resolución injusta y a la espera de juicio.
Y como decía un cómico de la televisión: No me toquen el violín. Y eso es lo que los españoles están haciendo. No me toquen el violín de las injusticias del franquismo. Mientras Garzón se metía contra los de afuera, todo estaba bien, y hasta allí nomás, pero al caudillo y sus recuerdos que permanezcan en la paz de los sepulcros.
Hoy el rostro mas conocido de la justicia internacional, ha caído de su pedestal. Con razón o no, es lamentable que esto ocurriera, aunque una sonrisa aparezca levemente en la cara de sus perseguidos.

ALBERTO PICCIONE