El primero de enero de 1959, hace 50 años, se consumó el robo más grande de la historia. Se robaron una isla con casi diez millones de personas. Se robaron todos sus bienes. Se robaron sus ilusiones. Y como si esto fuera poco, se robaron la familia. También se robaron la libertad de pensar. Y se robaron el derecho a expresarse. Se robaron la libertad de entrar y salir de la isla, y se robaron las creencias religiosas.
Todo se lo robaron, Y a través de los fusilamientos, hasta el derecho a la vida, también se lo robaron.
Claro que no todo es negativo. En esos cincuenta años el pueblo conoció la miseria, el odio, la desunión familiar, la mentira, el desgano, el engaño, y el deseo de escapar de ese infierno llamado Revolución Castrista.
Pero lo inaudito es que fuera de la isla, los políticos zurdos y los indiferentes, como los tres monitos: no ven, hablan ni oyen sobre el drama cubano. Y no solo eso, hasta festejan el sanguinario latrocinio enviando felicitaciones al régimen con augurios para otros cincuenta años más, como dijo Raúl Castro, recientemente en su discurso ante tres mil dinosaurios partidarios, aunque hay que observar que en ese acto faltaba el pueblo.
Como van las cosas, no sería difícil ver que se festejen el día de la prostitución infantil, la violencia doméstica, el terrorismo, y el abuso a los desposeídos, enalteciendo a todos estos como valores a imitar.
Es por ello que los que comulgan con el régimen castrista, como ser, Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa, Cristina Kirchner, y José Luis Rodríguez Zapatero, el obtuso presidente de España, entre otros, solo quieren ver lo que no existe.
Claro que el romanticismo de la robolución cubana empezó quizá también en los Estados Unidos en 1959 cuando ese ingenuo pueblo veía a Fidel Castro como el Guillermo Tell del caribe, y vendía en Time Square gorras y barbas postizas a la usanza de la que llevaba Castro. Era un delirio a la estupidez con un error que costaría sangre y sufrimiento a un pueblo que quizá tampoco era ajeno a su destino.
Cuando en los comienzos de la robolución parte de ese pueblo pedía “paredón”, es decir, fusilamiento, a los partidarios del derrocado presidente Fulgencio Batista, nunca pensaron que el plomo también les llegaría a ellos.
Es difícil explicar en tan poco espacio lo ocurrido en estos cincuenta años, pero mucho más difícil es llegar a comprenderlo, pues cuando los nazis iniciaron el exterminio de los judíos, lo hicieron, según ellos, pues no consideraban como alemanes a estos últimos. Pero en el caso del régimen castrista, el atentado es en contra de su mismo pueblo.
No sabemos que es peor. Si el obstinamiento del gobierno castrista en seguir con su nefasto proceder, o la hipócrita ceguera de los gobernantes que lo apoyan.
En fin, ya han transcurrido cincuenta años, y como dice el dicho: No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague. Y seguro que la pagarán.
ALBERTO PICCIONE
Periodista
TOPNEWS International
topnewsinternational@gmail.com
viernes, 23 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario